Se oye la risa enfurecida,
acompañada en cantos de lamentos.
Hay recelos como eco
que aconsejan a los gritos.
Nada entra en sintonía,
nadie entra en este entierro;
sólo un alma forajida,
un humano en pleno velo.
Es un quiebre, es un salto,
un sonar sin melodía.
Es romper con la razón misma
lo habitual de cada día.
Es por miedo, es por culpa:
las eternas condiciones.
Habrá heridas y flagelos
y quizás dulce agonía.
Hoy hay paz y guerra
en quien quiebra la rutina.
Bienaventurado aquel quien grite a la injusticia y confronte la mentira. Son batallas realizables y la luz de cada día.
Menesteres son los quiebres, sigilosa es la vida. Hoy nos guarda en amargura y mañana en fantasías.
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