Voy contento y me detengo.
Miro fijo y no comprendo.
¿Donde estoy, qué ha pasado?
Pasa el tiempo y yo tan tenso.
Pasa el tiempo y yo tan quieto.
Casi un año y no te encuentro.
Pienso solo y me arrepiento.
Río intenso y no lo siento.
Un vacío y un silencio
son mis fieles compañeros.
Voy mirando hacia ambos lados,
ya sin rumbo y descarriado.
Me encamino por momentos,
pero al otro día pienso,
pienso, pienso...
Y cuanto más pienso, más me ausento;
de todo y nada, de lo dicho y lo no hecho
y de cada movimiento.
Creo sólo una novela
que ni siquiera aún es cuento.
Hay momentos que me encuentro
frente a frente a mis deseos,
solo, en calma frente a ellos,
pues aún así no los comprendo.
Es la imagen viva de la nada
representada como un cero.
Son momentos de amargura,
momento de recelo, momentos de anhelo.
Momentos en los que todavía pienso...
Y no puedo evitar preguntarme
¿Cuándo será el momento que te encuentre
y opaques todo lo que pienso?
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